El salón de actos del Museo de la Guitarra acogió, el pasado día 29 de Junio, dentro del Ciclo La Tauromaquia es Cultura, la magistral charla-coloquio que pronunció el crítico taurino Luis Miguel Parrado, siendo presentado por Emilio Lentisco, aficionado y presidente de la Plaza de Toros de Roquetas de Mar.

Se contó con la presencia de un nutrido grupo de aficionados y socios del Foro Cultural 3 Taurinos 3.

Próximos actos: 19 de Julio, presentación del libro “Mi vida inventada”, escrito por el Ganadero Sancho Dávila y el día 30 de Julio, homenaje a Ruiz Manuel al cumplir XXV años de alternativa.

A continuación se reproduce un resumen de esta charla remitido por el autor:

EL TORO EN EL SIGLO XXI. ALQUIMIA Y BRAVURA.

– Habría que empezar definiendo qué es la tauromaquia actual.

– ¿Aquella que, por desgracia, sólo se fija en el último tercio?.

– Ya hubo una adaptación al toreo “moderno”, que implicó el ostracismo para prácticamente todas las ganaderías que no eran de sangre Vistahermosa.

– Eso pasó en los primeros decenios del siglo XX. Y lo podemos tomar como una analogía de lo que, a principios de este siglo XXI ha sucedido con el encaste Domecq.

– También entonces los toreros influían decisivamente en las ganaderías, no es algo de este tiempo. Por ejemplo, Gallito en la compra de Murube por Urquijo; adquirida para su mujer, Carmen de Federico, a instancias de Joselito El Gallo. Y en los años 80 volvió a la familia Murube.

Se ha mantenido en pureza hasta la actualidad. Lo mismo que El Capea Carmen Lorenzo, hecha a través de “Montecillo-25” de 1973, con el que formó Carmen Lorenzo. Gracias a los Cid, picador suyo y mayoral de toda la vida.

Una curiosidad son los murubes blancos de La Castilleja, algo que nadie ha sabido resolver.

– Cuentan que Urquijo quitaba todos los accidentales blancos. Hace poco han comenzado a salir coleteros en Bohórquez, y también en la casa madre, Murube. Vienen por la vía del semental “Jalifeño-10”, hierro de Pilar Herráiz de Urquijo, que fue el primero que pudo tener Pepe Murube, anunciándolo “La Cobatilla”.

– Otra ganadería de cordobeses, la de Amián, puro Murube, los tiene calceteros y casi berrendos remendados.

Bombita fue clave en la compra de Saltillo por Félix Moreno Ardanuy, e incluso en aquellas calendas Miura buscó esa mayor toreabilidad echando a las vacas el “Banderillo” de Tamarón.

– La contienda de 1936 a 1939 esquilma muchas ganaderías, algunas de ellas históricas.

– A partir de ahí el toreo cambia. Manolete y Camará empiezan a mandar, además de las plazas, también en el campo, aunque la figura del veedor la había instaurado Joselito años antes con su cuñado Juan Soto.

– Se fueron imponiendo nuevos conceptos, por ejemplo, el de las “3.000 pesetas de Antonio Pérez”

– Luego evolucionó hacia el “tonto sin frenos” y “mientras sea el torero quien corra detrás del toro y no al contrario, los toros valdrán dinero”.

– No se decían en público, pero se aplicaban en el campo que, lejos de lo que sucede ahora, era espacio vedado para el aficionado.

– En la época que va de los años 30 a los 60, Conde de la Corte es la madre de la que nace el 70% de lo que se lidia hoy, con dos líneas fundamentales: Atanasio y Domecq.

– En los años 60, tres hitos determinantes. El reglamento de Camilo Alonso Vega en 1962, el guarismo a partir de 1969 para eliminar los abusos que había con la edad y la tablilla donde aparecía el peso en las plazas.

– 1ª vez, Madrid, 17 de abril 1960, mano a mano Antonio y Juan Bienvenida con lleno de “no hay billetes”. 494, 525, 518, 571, 569 y 520 kilos pesaron aquellos de Flores Albarrán.

– La báscula fue una maniobra impulsada por varios ganaderos que criaban un toro huesudo y con caja que no tenía problemas. Pero que también veían en ese fielato del peso una fórmula para tener menos competencia.

– Así, poco a poco, progresivamente, fueron perdiendo su sitio en las ferias grandes ganaderías como las que venían de Coquilla, Santacoloma o Vega-Villar. Primero, porque no llegaban a ese peso y, después, porque intentaron subir el tipo de toro y lo que consiguieron es que ya no le embistieran como antes.

– Manolo Chopera sube mucho el toro de Madrid a principios de los ’80 y eso produce el “efecto mariposa” de que todas las ganaderías busquen el toro más grande.

– Siempre la que más pesaban era Pablo-Romero y Miura, hoy en día pesan prácticamente como las otras.

– De todas formas, en los años 90 aún había lugar para que con asiduidad se vieran divisas como Matías Bernardos, Sánchez Cobaleda, Joaquín Buendía, Carlos Núñez, Galache, la fantástica que con encaste “contreras” tenían los hermanos Peralta o las cordobesas Ramón Sánchez y Martínez Benavides.

– Pero, justo en esa década llega la cultura del pelotazo, y muchos nuevos ricos llegados del ladrillo se hacen ganaderos. Es la última revolución en el panorama de bravo.

– Buscan el prestigio a través de ver su nombre puesto en un cartel. “Ser ganadero no da dinero, porque siempre ha sido un negocio ruinoso, pero da una gran relevancia social”. José Luis Lozano.

– Además, buscan la inmediatez, en el sentido de verse pronto en las ferias. Para ello compran el encaste más “fácil” (entre comillas) a la hora de verse aceptados por las figuras del toreo. Y ése es Domecq, sobre todo vía Juan Pedro o Jandilla, que multiplican exponencialmente las ventas de vacas y sementales en esos años.

– Así, la presencia del encaste Domecq en las plazas pasa en sólo 25 años, los que van de 1991 a 2016, del 25% al 70%.

– Además, con la particularidad de que estos nuevos ganaderos lidian camadas amplísimas, que superan ampliamente el centenar de ejemplares embarcados año sí, año también, algo que décadas atrás sólo conseguía el antes nombrado Antonio Pérez divisa que, por cierto, está reducida actualmente a su mínima expresión.

– Llega la coyuntura a tal nivel que una figura del toreo que haga una media de 60 paseíllos en una temporada, tranquilamente podría anunciarse solamente con Cuvillo, Zalduendo y Garcigrande.

– Encaste Domecq es el predominante. Y es el que más vigencia tendrá en el tiempo, por la facilidad para intercambiarse sementales y vacas. Mientras otros no tienen donde acudir.

– Los transportistas podrían hablar mucho del tema de intercambios de sementales. Ellos sí que saben, y no los libros.
– La matriz, Juan Pedro, se divide en 1976, a su muerte, y se trasvasa todo a Jandilla, que es llevada por Fernando hasta 1987. Tiempo después lidia a Jarabito, en Sevilla, que es hijo de una vaca de su tío Salvador.

– Juan Pedro se quedó con poquísimo de lo comprado al Duque de Veragua en 1929, pero 70 años después comenzó a salirse el pelo jabonero, que es abundantísimo ahora y viene todo por un semental, “Ilusión-40”.

– Su madre, Gacetillera-380 de 1985, dos años después se la regala Salvador Domecq a su sobrina política, Teresa Morenés, que le cambia el nombre por “Ilusión”.

– Pare un macho en 1990, tentado el día de los Inocentes de 1991 por Manili y Fernando Domecq Morenés. Nota 8-8-8.

– Sus primeros hijos se lidian en 1997.

– Gracioso, 120, llena de jaboneros América.

– Cacareo-143, hijo de Cacarea, llena Cuvillo y aledaños.

– Ganador-80, los de Sánchez Arjona, como la del 21 de agosto de 2001 aquí, en Almería, que lidiaron Ponce, Finito y Abellán, donde salieron tres toros jaboneros.

– Sin embargo, Jandilla, sólo Cuidadosa a finales de los 70.

– Son ganaderías que conocen a la perfección, incluso en algunos casos hasta las vacas, sementales y genealogías, porque cuenta la leyenda urbana (que no es tan leyenda) que las tienen en sus propios ordenadores.

– Así se ha llegado a la paradójica situación de preferir anunciarse con una corrida mala de una ganadería que conocen, que con una buena de una a la que no le tienen cogido el pulso o es de un encaste especial.

– De esa manera nos encontramos con que ganaderías tan buenas como Ana Romero o Torrestrella se encuentran relegadas.

– Y aunque el RD de 2001 habla de encaste propio con “Torrestrella”, siempre han padreado toros de la familia. El último, “Humillero”, de JP, padre de los jaboneros.

– Historia de “Catalejos” de 1954 y Lancera.
“Lancero”, al ser burraco como su madre y abuela, le dio a Torrestrella ese pelo burraco característico. Sin embargo, el pelo salpicado y ensabanado de esta ganadería (a diferencia del burraco) proviene de dos sementales que Carlos Núñez le vende a D. Álvaro en los años 70, ambos hijos del célebre “Arrumbadito”: 272-Lirón (cubrió poco) y 274-Barbarrosa (cárdeno salpicado e importantísimo en Torrestrella).

– Eso nunca antes sucedió en el toreo. Si había una corrida de hechuras perfectas, no se le escapaba al veedor de una figura, aunque fuera para lidiarla en una plaza pequeña.

– La consecuencia fundamental de ello es que, salvo ganaderos que resisten en su bastión, los demás crían un toro pensando en el torero.

– No les culpo. Al contrario. Sólo ellos saben lo que han sufrido desde que la crisis llegara en 2007.

– Sólo ellos saben lo que es vender toros a 1.000 euros o menos, o tener que echar gran parte de la camada a las calles o al matadero.

– Cuando la crisis azotaba, los que menos lo notaron fueron aquellos cuyas corridas eran pedidas por las figuras del toreo, así que fueron los únicos que pudieron salvar los muebles.

– Claro que hay que ensalzar a gentes como Prieto de la Cal o Joaquín Moreno de Silva, que sin tener el cartel de Miura o Victorino continuaron en la brecha, pero otros muchos tiraron la toalla.

– Me decía Cuvillo al empezar la crisis “El último en llegar va a ser el primero en irse”, pero no fue así, y he visto desaparecer ganaderías de toda la vida, como Valenzuela, y otras reducirse a la mínima expresión.

– Evidentemente, una coyuntura así influye en la selección. De los 17 puyazos que mi amigo Ramón Navalrosal cuenta que le pegó a un novillo en su tienta para semental hemos pasado a que la mayoría de las ganaderías sólo den dos o tres para verle el aire a las vacas o a los erales que se tientan. Así lo hace Cuvillo y muchos más, incidiendo casi absolutamente la selección en el comportamiento en la muleta.

– De las viejas libretas se ha pasado al ordenador, con unas genealogías tan extensas que no las tiene ni el ser humano, porque seguro que pocos o ninguno de los que están aquí se acuerda de cómo se llamaban sus bisabuelos.

– De aquellas breves notas en libretas manuscritas se ha evolucionado a cuestionarios extensísimos que el ganadero contesta, algunas veces a pie de plaza, como si fuera una encuesta de cualquier empresa demoscópica. E incluso algunos, como Justo Garcigrande, guarda en vídeo los primeros minutos de la embestida en la muleta, porque dice que son los que marcan cómo ha sido un animal.

– Y, desde que a finales de los noventa se instaurasen los saneamientos en el campo bravo, que por cierto han supuesto el sacrificio de muchísimas vacas bravas que dieron positivo en la prueba de la tuberculina, pero negativo tras su sacrificio en el matadero, con la irreparable pérdida genética que eso supone, el toro de lidia cambió completamente su manejo.

– Antes el único contacto con el hombre era el día del herradero, y no volvía a tenerlo cerca hasta el embarque. Actualmente se le vacuna, se le desparasita, se está encima de él continuamente. Eso ha hecho del toro un animal mucho más sano y también más fuerte, porque a los cuidados veterinarios se unió la gimnasia funcional que supone moverlos a trote más o menos vivo dos o tres veces durante la semana.

Siempre se ha dicho que fue Juan Pedro, con su “tauródromo” el que empezó a hacerlo, pero antes de él Miura y también Cuadri, con su teórica (metáfora del servicio militar) lo habían empezado a hacer.

Y también se le ponen y quitan fundas, con todo el manoseo que eso supone. Anécdota de Tomás Campuzano y de Esplá.

– Y los toreros, con más fuerza que nunca en el campo, excepción hecha de la época de El Cordobés (que sólo era uno, mientras hoy en día cualquiera tiene un veedor a sueldo) imponen muchas cosas. Y, al contrario que en épocas anteriores, no se fijan en cómo sale el bueno de tal o cual ganadería, sino en cómo es el malo.

– A mí ha llegado a decirme un ganadero que no podía dejar ningún jabonero para toro, porque los toreros sabrían entonces que venía de un semental que daba más bravo de la cuenta.

– ¿Qué hacen entonces, los ganaderos?.

– Callar, tragar y aguantar vapuleos por parte de todos cuando son los que menos mandan en el tinglado. Y también tratar de criar el toro que mejor les salve el negocio porque, al final, aquí manda la ley de la oferta y la demanda.

– En estos tiempos, desgraciadamente, la gente sabe quién torea, pero extraña vez se fija en la ganadería y, cuando lo hace, no sabe ni de dónde viene aquello.

– Claro, que el colmo de los colmos es el de algunos periodistas y escritores taurinos, que sentencian sin pudor alguno, y en medios muy importantes, auténticas barbaridades sobre ganaderías y encastes. Comparables a como si alguien escribiera que Messi juega en el Córdoba, o que Iniesta es uruguayo.

– Y no pasa nada. ¿Os imagináis en un medio deportivo qué pasaría?.

– Ejemplo: Antoñete y Molés con Lorenzo Carrasco.

– Persona con peso específico propio en medios escritos, vamos, que era director de uno de ellos, me espetó literalmente que “el toro sólo le interesaba a cuatro gatos”.

– ¿Qué queréis que hagan los ganaderos?… pues lo que están haciendo, que además es una tendencia de futuro. Aunque, como decían en “Casablanca”, a los aficionados más “toristas” siempre, siempre les quedará “su”París, porque siempre estarán ahí los Cuadri, Prieto de la Cal, Dolores, Moreno Silva, José Escolar, Victorino o Miura, quijotes en un mundo donde hay demasiados molinos. Por suerte.

Tres conclusiones:

– Monoencaste. Lo que ocurrió con Vistahermosa a principios del siglo pasado.

– Los toreros mandan más que nunca. Las camadas son más extensas, y con dos o tres ganaderías cubren su cupo. Así que en estos tiempos un encaste diferente lo tiene más difícil que nunca.

– Los toros desmienten en la plaza las mentiras de los ganaderos en el campo. Joselito Calderón.